¿En qué nos falló el ICE?

Master Ricardo Trujillo Molina – Ex presidente de la AIEEE

De acuerdo al mandato que le confirió su ley constitutiva y  desde su fundación, el ICE ha cumplido al pie de la letra con la obligación de mantener el suministro eléctrico ante el crecimiento de la demanda energética,  con continuidad y calidad. En dos ocasiones en su historia se ha enfrentado ante la problemática de los cortes y racionamientos eléctricos, es decir, ante una capacidad de generación menor a la demanda  y fue en los años 90  y en el 2008. En la primera ocasión, la solución por la que el gobierno Figueres se inclinó,  fue la de recurrir a la inversión privada para incrementar la capacidad de generación para evitar un mayor endeudamiento de la entidad, y en la segunda ocasión, por la de permitirle al ICE un endeudamiento a corto plazo sin controles de ninguna índole para incrementar su capacidad de generación. Las consecuencias de esa decisión, la de operar sin control alguno que le otorgó la ley de fortalecimiento promulgada en la Administración Arias, y la de no recurrir a la inversión privada sino que a los fideicomisos de corto plazo durante la Administración Chinchilla, ahora las tenemos que pagar con creces.

El artículo de don Jorge Woodbridge de reciente publicación, ¿En qué fallo el ICE?, nos hace un recuento de todas las metidas de pata financieras y técnicas que lo han llevado a una crisis financiera que solo podrá resolverse con incremento tarifario o con una profunda reestructuración de la entidad y de sus fines,  y del modelo de producción de energía que queremos para el futuro.

En resumidas cuentas yo creo que el ICE ha cumplido con su compromiso de fundación  de acuerdo a lo establecido en la ley, pero nos ha fallado, como institución, en la vía que tomo para cumplir el cometido. Y aquí hay responsables directos, y todos sabemos que han sido  sus sindicatos y sus altas jefaturas. Los primeros al oponerse a rajatabla sobre premisas ideológicas en permitirle volver a optar por el complemento financiero de la inversión privada, y los segundos al aprovecharse del impasse político  que se produjo durante la discusión de la Ley de Contingencia Eléctrica, recurriendo al incremento de la generación con fondos caros y sin la supervisión estricta para esas obras. El proyecto Balsa III de la CNFL ha sido  la gota que derramó el vaso. 

Lo cierto es que ahora el ICE tiene que pagar una deuda del orden de los US$6,000 millones de dólares e incrementar la generación eléctrica para cumplir con un nuevo mandato, el de la DESCARBONIZACION de la matriz de generación energética del país.